martes, 14 de octubre de 2008

Los empleados tóxicos, una amenaza real dentro de las empresas

Noticia enviada por Eduardo del Río González

Cuando atacan los "empleados tóxicos", casi nadie está a salvo. Jefes, compañeros y toda la organización sufren las consecuencias de aquellos que deciden hacer la vida imposible al prójimo. Otto Walter ha descrito la tipología de estos compañeros de viaje desagradables en el día a día del trabajo.
Si existiera el empleado ideal, con el que cualquiera desearía trabajar, este debería aunar algunas virtudes esenciales. Según un estudio reciente de Cátenon, el candidato ideal para cualquier empresa debería aunar la creatividad, innovación e imaginación de J.K. Rowling; la mente abierta y multicultural de Vigo Mortensen; la capacidad de asumir nuevos roles y de adaptarse a nuevas etapas de Madonna; y la capacidad de orientación a resultados de Fernando Alonso.
Aparentemente, ser jefe de un empleado con estas cualidades resulta un verdadero chollo. No es el caso de aquellos jefes que se encuentran con ciertos empleados estropea-jefes capaces de hacer que los directivos tiren la toalla del liderazgo. El departamento de investigaciones de Otto Walter ha realizado un estudio en el que 650 directivos opinan sobre los comportamientos más desesperantes de empleados directos que han vivido.
El análisis ha permitido agrupar a estos empleados en 7 grandes categorías que reflejan el 97,2% de los comportamientos más indignantes de empleados perjudiciales, esos que merecen el apelativo de empleados tóxicos, por el daño que hacen. La primera categoría la forman los "provocadores de conflictos". Un 90% de los jefes afirman haberse enfrentado con empleados muy conflictivos que generaban una y otra vez situaciones desesperantes.
La segunda categoría de comportamientos destroza-jefes es la del escaqueo y la holgazanería. Para Paco Muro, presidente ejecutivo de Otto Walter, "la supervivencia de la empresa, y por tanto de los puestos de trabajo que genera, depende hoy más que nunca de obtener una gran productividad, de que el equipo rinda a alto nivel y de ese modo rentabilizar al máximo los costes". Muro añade que "eso lo sabe bien cualquier jefe, y la mayoría de los empleados. Sin embargo un 62% de los jefes manifiesta que ha tenido que enfrentarse a empleados con una de las conductas más irritantes, como es la vagancia y el descarado escaqueo de algunos, que perjudican brutalmente al grupo".
El informe señala que, "aparentemente la solución es fácil con estos empleados: despedirlos. Sin embargo, las cosas luego no son tan sencillas, pues en algunos casos esos mismos empleados han conseguido ocupar cargos sindicales que les blindan, perjudicando a su vez gravemente la imagen del sindicato que queda deteriorada al ser representado por un empleado tan impropio, en otros sus despidos son enormemente costosos o pueden perjudicar a la obtención de ciertas bonificaciones sociales que quedan interrumpidas cuando se despide a alguien en una compañía, y a menudo el jefe se encuentra con que simplemente no tiene autoridad para despedir al empleado en cuestión".
La de los "incompetentes" es la tercera categoría de empleados tóxicos. El presidente ejecutivo de Otto Walter advierte sobre las enormes dificultades que se tienen para apartar a estos personajes del equipo. "A menudo un jefe, cuando denuncia esta situación a sus superiores, se encuentra con respuestas tipo "aguanta, que ahora no es buen momento" o "sabemos que es muy flojo, pero te lo tienes que quedar porque no podemos cambiarlo", y a eso se debe añadir que esos mismos superiores no le rebajan los objetivos ni le perdonarán retrasos o disminución de resultados.
La cuarta situación decepcionante más padecida entre los jefes es aún más fuerte y más destroza-jefes, según el estudio, que señala que "un 40% de los jefes ya han sufrido el fraude, mentiras y robos por parte de empleados en los que había depositado su confianza". El presidente de Otto walter asegura que "ante los datos presentados, hay que ser verdaderamente fuerte para superar estas situaciones límite sin que le trastoquen a uno, por mucha experiencia que se tenga".
Cada vez que a un jefe le toca vivir algo así una parte del directivo siente una profunda decepción y le pide dejar de confiar en los demás, pierde la fe en la gente y se hace mucho más difícil mantener el ánimo y la propia motivación para esforzarse por estar a la altura del cargo de jefe en cuanto a la forma de tratar a los demás, de cuidar la motivación del equipo, la comunicación y todas estas cosas que conlleva el puesto. "Es realmente duro. Sin embargo, la mayoría lo supera, y prefiere ver en estos pocos empleados la excepción. Pero es inevitable que todo esto deje alguna herida emocional en el ánimo de todo jefe, y le haga más frío y desconfiado".
La siguiente situación machaca-jefes más común puede parecer hasta cómica, pero es tremendamente irritante, según Otto walter. Uno de cada 3, exactamente el 33%, se ha enfrentado a empleados que pierden el tiempo intencionadamente, con lo que eso supone para la descoordinación del equipo, el pésimo ejemplo, las situaciones de tensión y enfrentamiento, la injusta sobrecarga de trabajo para los demás y el inevitable deterioro del ambiente que genera.
Otros dos grandes grupos de comportamientos estropea-jefes comparten el deshonor de haber sido identificados por un 27%. Esto significa que uno de cinco ya ha sufrido estas situaciones. El presidente ejecutivo de Otto Walter señala que "hay empleados que, quizá por haber sufrido una mala experiencia con un jefe anterior, o por una mala actitud personal, o incluso por haber recibido una educación antiempresarial, tratan de pelear contra sus superiores, de complicarles las cosas a propósito, como si asumieran de partida que el jefe fuera el enemigo a batir".
Estas actitudes hostiles son muy desconcertantes para los mandos, porque normalmente no saben de dónde vienen y se tarda un tiempo en comprender que se está tratando con una persona anti-jefes. El otro grupo de comportamientos desesperantes que reconocen haber soportado un 27% de los jefes son los relacionados con la arrogancia. No sólo hay jefes arrogantes, también hay empleados soberbios e impertinentes.
La mayor parte de los expertos asegura que el despido debería ser el último recurso frente a estos empleados tóxicos. Los directores de recursos humanos siguen apostando por el seguimiento, por el “ya cambiará, está empezando”... Pero pocos se ponen firmes ante estos profesionales de la contaminación laboral que, con su conducta, desquician al jefe y a cuantos están a su alrededor. El problema viene cuando esa persona, a pesar de sus hábitos –holgazán, incompetente y hasta mentiroso– logra resultados muy positivos para la organización.
Publicada originalmente por Tino Fernandez en expansionyempleo.com (http://mail.google.com/mail/?ui=2&ik=8bf8b80a0a&view=att&th=11ce414a1c074c2d&attid=0.7&disp=vah)

2 comentarios:

  1. Comentario realizado por Rocío García Cantillana

    El artículo describe muy bien las clases de empleados “tóxicos” que muchas veces existen en las empresas, pero yo creo que hay más clases de ellos, o tienen un poco de todas las clases. En una siguiente clase englobaría a unos peculiares empleados que no suelen ser malos trabajadores. El problema de esta clase es que intentan posicionarse como líder del grupo, siempre gritando, siempre quejándose, y cuestionando el trabajo de los demás compañeros y lo peor de todos es que piensa que él es el que más trabaja y los demás intentan de escaquearse. Los mismos compañeros llegan a tenerlo inconscientemente como superior, y este aprovecha para hacer lo que le da la gana… total, si tiene a los demás compañeros bien controlados…Sabe de sobra que no se van a meter con él. Esta clase, a mi parecer, es la peor, porque por experiencia, son los que más te sacan de tus casillas y no te quejes…. Porque si no te comen y te hunden. No puedes decir nada, porque para el jefe es uno de los mejores trabajadores y nunca te creerían ya que este tipo hace todo por detrás del superior.
    Después de contribuir a describir otra clase de estos empleados “tóxicos” , decir que aunque muchos de éstos de molestias a los jefes, realmente los que lo pasan peor son los compañeros de equipo. El artículo, va sólo dirigido a lo que es la relación jefe con trabajador más que nada, y la repercusión que tienen estos empleados para sus superiores, pero realmente con quien tiene más trato estas clases son con sus propios compañeros de trabajo, puesto que son con los que están en el día a día y éstos tienen que soportar a un compañero así.
    Hay que mirar con lupa a quién se contrata y tomar medidas preventivas a la hora de gestionar los recursos humanos de una empresa para que esto no ocurra.

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  2. Comentario realizado por Solange Pastor

    Yo abriría un debate cambiando la primera frase por Cuando atacan “Los jefes tóxicos” versus “Empleados Tóxicos”; tomando en cuenta que la carga de poder en el primer grupo es mayor, y que los superiores siempre tienen la opción de sustituir, rotar o amonestar al empleado que con sus actitudes y aptitudes este de alguna forma alienando el trabajo suyo o de los demás, siendo el superior quien por su cargo tiene la responsabilidad de dirigir, guiar, guardar las formas y manejar situaciones de crisis, en las que se incluye posibles enfrentamientos o diferencias de opiniones con sus subordinados, creo que en estos casos es el mejor momento para demostrar y poner a prueba su capacidades directivas. Por otro lado habría que analizar que tipo de jefes son quienes opinan, si aquellos que se apegan a la teoría tradicional de tratar al empleado con mera pieza productiva, o aquellos que apuestan por la teoría actual y creen que el empleado es un potencial que tiene la empresa para el logro de sus objetivos, puesto que esta diferencia de visión, nos permitiría conocer en que contexto están hechas afirmaciones como esta: “La primera categoría la forman los "provocadores de conflictos". Un 90% de los jefes afirman haberse enfrentado con empleados muy conflictivos que generaban una y otra vez situaciones desesperantes.” Ya que no es lo mismo que esta afirmación la haya hecho un directivo de la teoría tradicional que un directivo de la teoría moderna.
    Escaqueo, holgazanería y incompetencia, son características fácilmente aplicables a superiores y subordinados, pero repito cada en responsabilidad del superior las acciones de sus empleados, pues es quien actúa como guía orientativa y es quien tiene que sacar el mayor provecho del equipo de subordinados con el que cuenta, hacer una buena selección de los mismos antes de ocupar el puesto y después hacer un seguimiento, pero es un doble pecado encontrar estas características en puestos directivos que se supone son el ejemplo de sus subordinados, y son muchos los directivos holgazanes e incompetentes, sin negar por esto, que no existan muchos empleados que también lo sean, pero para estos siempre existen las medidas correctivas que puedan aplicar sus superiores sobre ellos, para lograr un mejor resultado de los mismos.
    Fraude, robo, mentiras, cuando esto sucede es evidente que el proceso de selección del empleado ha fallado rotundamente. Por otro lado también podríamos hablar de fraude, robo y mentiras de parte de los jefes, mentiras del tipo, promesas de mejoras que nunca cumplen, robo enmascarado por ejemplo: Trabajos mal pagados, horas extras no pagadas, fraudes: En los ascensos. Cuando alguien trabaja horas extras y no se le paga la empresa y su jefe inmediato, no solo incumple con las buenas condiciones de trabajo sino que esta robando al empleado de forma camuflada.
    Pierden el tiempo intencionadamente: Vuelvo y repito el superior es dueño del timón, cuando se nota que un empleado esta perdiendo el tiempo, para eso están las evaluaciones, el seguimiento, las amonestaciones, la toma de medidas necesarias para regular esta situación.
    Aunque de primera pueda sonar muy injusto para los jefes, no quiero decir que los empleados son caperucita roja y el jefe el lobo feroz o viceversa pero quiero decir que cuando asumes un cargo de liderazgo donde tienes subordinados a tu cargo, debes asumir la responsabilidad de dicho cargo, ser consecuente y diligente con dichas responsabilidades y saber usar las medidas correctivas necesarias para lograr una armonia con los subordinados, y la cooperación con ellos y entre ellos, y la obtención de su maximo potencial.

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