viernes, 23 de enero de 2009

¿Cómo prevenir el síndrome de Cronos?

Noticia enviada por Anabel García Moreno

Cuenta la mitología que el dios Cronos tenía tanta sed de poder que atentó contra su padre Urano con la intención de ocupar su lugar, ya que éste era el amo y señor del universo. Urano mal herido, le maldijo a experimentar la misma suerte en manos de sus hijos, por lo que Cronos decidió devorarlos al nacer.

Esta historia mitológica llevada al ámbito de la empresa es a lo que los sesudos expertos en RRHH llaman síndrome de Cronos, es decir el miedo patológico a ser desplazados, surgido por la necesidad de mantenerse seguro y no ser alcanzado por alguien que atente contra él. Por ello y para evitar a cualquier coste la posibilidad de ser desplazado, cercan su territorio para evitar mostrar sus debilidades, carencias, temores o perder su poder delante de quienes se lo han otorgado, por lo que orientan todos sus esfuerzos a evitar que algunos subordinados puedan atentar en contra de la estabilidad de su puesto, no demostrando por consiguiente un comportamiento ejemplar o ético.

Este "miedo a ser desplazados" hace que muchos jefes sientan vértigo a delegar, porque piensan que si dejan ‘hacer’ demasiado, pueden ver peligrar su puesto, sin pensar que a las personas que les apasiona el control destruyen el talento, buscan la sumisión y la obediencia y no el compromiso.

Se comportan como la florista de la calle de Alcalá, “esa que viene y va con los nardos apoyaos en la cadera”, con la única diferencia de que el jefe viene y va con un puñado de responsabilidades apretadas contra su pecho, por miedo a que se las arrebaten, con la lengua fuera y dejándose la salud física y mental en tal afán. Pero... ¿acaso no nos devora a todos esas ansias de acaparar en algún momento de nuestra trayectoria profesional? ¿De dónde viene ese ansia, esa ambición mal entendida de acaparar el mayor número de responsabilidades, tareas, encargos, diligencias y hasta alguna que otra chapucilla fuera del ámbito de responsabilidad para hacer ver lo imprescindibles que somos?

¿Acaso un jefe debe saber de todo? Vale, de acuerdo... es cierto. Hay jefes que son de otra raza y que ni siquiera necesitan comer porque son muy duros/as. Sin embargo, el permanente ejercicio de delegar, de repartir juego, de despojarnos de algunas de nuestras atribuciones para irlas cediendo a otros es, en primer lugar, de lo más saludable y razonable. En segundo lugar, delegar es, además, de justicia: “no por mucho acaparar nos moriremos más tarde...”. Del mismo modo de que nadie se lleva sus riquezas a la sepultura, es incontestable que tampoco nadie, se lleva sus tareas a la tumba... Por consiguiente, es justo que, a medida que pasan los años, tengamos la decencia y la generosidad de enseñar a otros lo que de otros aprendimos en su día; enseñar lo que sabemos, lo que tenemos bien experimentado y cuando consideremos que la transmisión ha culminado con éxito, le pongamos la guinda delegando tareas, funciones, responsabilidades y decisiones.

De este modo, tal vez no tengamos que llegar a la terrible encrucijada de delegar o cascar de agotamiento.

Pero, ¡ojo!... Ojito, porque hay mucho listillo en ambos sentidos: unos delegando y otros venga a delegar (son los llamados ‘conejos negros’: no los hacen trabajar ni los magos), y otros que no paran de acechar como buitres carroñeros (los llamados ‘toallón de baño’: te envuelven, te secan y te dejan en bolas).





En este ejercicio de delegar, existen tres sinvergonzonerías que considero inaceptables:

1) Delegar únicamente lo penoso:

- “Mira el favor que te voy a hacer... Te vas a encargar de realizar en mi lugar esta tarea que parece insoportable y fatigosa... Tal vez lo sea, macho... Pero no creas que me estoy escaqueando: te la paso para que hagas mérito ante el jefe supremo...”

2) Delegar más de lo necesario:

Debemos ser precavidos, ¡existe mucho trepa sin escrúpulos acechando y, cuando te quieres dar cuenta, te han quitado la silla sin haberte ido a Sevilla, que una cosa es dar la mano y otra muy distinta es que te cojan todo el brazo.

3) Delegarlo todo:

Delegar absolutamente todo para dedicarse a rascarse la barriga tan ricamente. Esto puede parecer el colmo de la generosidad, pero también puede ser el colmo de la pereza, de una cara más dura que el cemento. Así que: ¡atención a lo que uno acepta por delegación porque le pueden cargar hasta con una vaca en brazos!

Considero que lo que se necesita de un jefe es que sea un líder y no un superhéroe, y ser líder significa ser un conocedor sin ser un experto, es ser un creador sin ser un inventor, un descubridor del potencial que tienen las personas a su alrededor y las pone en práctica; significa visionar, establecer rutas, fijar estrategias, motivar, modelar, cumplir con lo que dice que va a hacer, trabajar en equipo y ser uno más del equipo, creer en el conocimiento y la capacitación, ser humilde, poseer carácter firme, reconocer los errores, hacer las veces de asesor con su personal, dar siempre el primer paso y tener capacidad pedagógica para enseñar a sus subordinados lo que él ha aprendido en sus años de experiencia.

Sin embargo, considero que la cualidad más importante que debe tener un jefe, es que sea lo suficientemente honesto para reconocer, sin mezquindad, que sus subordinados pueden llegar a ser mejores que él y que no gane indulgencias ni loas con el trabajo que otros han realizado, que sepa motivar al logro, e incentivar sin amenazar. Pero lo más esencial, y sin lo cuál todo lo anterior sería un fracaso, es que el jefe debe ser una persona con un alto nivel ÉTICO, ya que sin esta cualidad todas las características anteriores no sirven de nada.

Todo esto puede sonar a utópico en un jefe a menos que vivamos en los mundos de Yupi, y como los defectos sólo se suelen ver en los demás y no en uno mismo, tal vez alguno de nosotros también padezca ahora o en el futuro este síndrome. De momento como medida de prevención, como aún no existe vacuna, recomiendo dejar el traje ajustado, la máscara, y la capa de superhéroe en el armario, ya que dicen que los cementerios están llenos de superhéroes, y a todos nosotros aún nos queda mucho por vivir...y por trabajar.

Artículo de opinión de Mario Naranjo, experto en RRHH y jefe de personal del Hospital de Gijón, recogido originalmente en la siguiente dirección de internet:

http://www.rrhhmagazine.com/articulos.asp?id=679





1 comentario:

  1. Comentario realizado por Eduardo del Rio Gonzalez

    La descripción del jefe lider suena más mítica que la historia de introducción del artículo. Mi experiencia como reciente nuevo jefecillo, va por esa misma línea, en mi caso la gente que trabaja conmigo lo hace porque le apetece, no puedo forzar a nadie, se trata de una sección sindical en la que la gente colabora por mera simpatía durante el tiempo que se le puede asignar para ello. En muchos casos durante ese tiempo se le acumula su propio trabajo, así que éticamente no se puede exigir mucho, pero es significativo como delegando trabajos, que por intuición me han parecido que otros podrían hacer bien, generalmente mejor que yo, he obtenido las mayores satisfaciones, por una parte porque las aportaciones han sido excelentes y a mi me han incluido en las felicitaciones por ello y por otra por que se crea un grupo de trabajo eficaz. Un tema que no trata el artículo y que a mi me ocurre es delegación hacia arriba, en contrapartida al caso anterior, en mi equipo tengo a gente que contínuamente trata de desviarme sus asuntos, de abajo a arriba, el mundo al revés... pero a lo mejor es deformación profesional, fruto de años de ver como los jefes tratan de abarcarlo todo ... en mi caso puedo asegurar que no es así, yo con estar enterado de los resultados tengo de sobra... a ver si hay suerte que bastante tengo con lo mio.

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