La gestión del personal ha sido siempre un problema delicado. Por una parte las empresas necesitan disponer de un equipo humano bien preparado para poder atender a sus clientes, y por otra el equipo humano necesita poder cubrir sus necesidades y desarrollar una ilusión positiva que le incite a desarrollar su carrera dentro de la misma empresa.
En la práctica esto no es así, salvo algunas excepciones. Los empresarios consideran a su equipo humano como un elemento más, un gasto obligado para poder construir el producto o suministrar el servicio al cliente.
Los empleados, por su parte, a menudo consideran su empleo como una beca que les permitirá subsistir con comodidad, seguridad y tranquilidad el resto de su vida.
Resumiendo, no hay confianza en ninguno de los dos sentidos, cada uno intenta aprovecharse del otro. Y esto se demuestra especialmente en estos días, con el personal del empleador mas grande del país, el gobierno. Es curioso ver como a pesar de sus importantes medios económicos y normativos, los organismos públicos tengan tantas dificultades en llegar a construir un compromiso social entre empleado y empleador, un pacto que permita al organismo cumplir con sus obligaciones sociales, y al equipo humano, comprometerse en cumplir con sus obligaciones laborales y de fidelidad con su trabajo.
En estos días, la prensa española informa del caso de un vigilante forestal, que ante la posibilidad de que su contrato no fuera renovado, tomó un fósforo y prendió un fuego que se extendió a miles de hectáreas. Resultado: miles de hectáreas de parque natural quemado, miles de ciudadanos desalojados, y varios cientos de viviendas destruidas.
Un poco más lejos, 20 conductores del ferrocarril AVE se pusieron enfermos una misma mañana, dejando sin servicio a miles de personas. Se indica como motivo para esta enfermedad, los anunciados planes de la empresa de convocar un grupo de nuevas plazas de trabajo, sin tener en cuenta para ellas a los empleados antiguos que pudieran ascender.
Y no nos olvidemos del desastre en el aeropuerto de Barcelona, hace ahora un año. Por una mala comunicación entre empresa y empleados, un grupo de estos últimos ocupó las pistas, causando descalabros en más de 600 vuelos, y afectando a 100.000 pasajeros durante cuatro días. un año después, el juez ha reducido a 50 los empleados inculpados, y AENA (nosotros todos) ha tenido que abonar 4,2 millones de euros en indemnizaciones a los perjudicados.
Tres ejemplos de como una ineficaz gestión de las relaciones humanas han llevado a graves problemas que han repercutido en la vida de miles de personas, y agredido ferozmente a nuestro patrimonio. Es hora de que volvamos a inventar un acuerdo social en torno al sentido común, la responsabilidad, el cumplimiento de lo pactado, el pacto de compromisos asumibles, etc. En resumen, aprendamos a actuar con más raciocinio, y menos olboroto.
Habrá que dar clases de relaciones humanas a los políticos Con examen obligatorio antes de asumir cualquier puesto de responsabilidad.
En la práctica esto no es así, salvo algunas excepciones. Los empresarios consideran a su equipo humano como un elemento más, un gasto obligado para poder construir el producto o suministrar el servicio al cliente.
Los empleados, por su parte, a menudo consideran su empleo como una beca que les permitirá subsistir con comodidad, seguridad y tranquilidad el resto de su vida.
Resumiendo, no hay confianza en ninguno de los dos sentidos, cada uno intenta aprovecharse del otro. Y esto se demuestra especialmente en estos días, con el personal del empleador mas grande del país, el gobierno. Es curioso ver como a pesar de sus importantes medios económicos y normativos, los organismos públicos tengan tantas dificultades en llegar a construir un compromiso social entre empleado y empleador, un pacto que permita al organismo cumplir con sus obligaciones sociales, y al equipo humano, comprometerse en cumplir con sus obligaciones laborales y de fidelidad con su trabajo.
En estos días, la prensa española informa del caso de un vigilante forestal, que ante la posibilidad de que su contrato no fuera renovado, tomó un fósforo y prendió un fuego que se extendió a miles de hectáreas. Resultado: miles de hectáreas de parque natural quemado, miles de ciudadanos desalojados, y varios cientos de viviendas destruidas.
Un poco más lejos, 20 conductores del ferrocarril AVE se pusieron enfermos una misma mañana, dejando sin servicio a miles de personas. Se indica como motivo para esta enfermedad, los anunciados planes de la empresa de convocar un grupo de nuevas plazas de trabajo, sin tener en cuenta para ellas a los empleados antiguos que pudieran ascender.
Y no nos olvidemos del desastre en el aeropuerto de Barcelona, hace ahora un año. Por una mala comunicación entre empresa y empleados, un grupo de estos últimos ocupó las pistas, causando descalabros en más de 600 vuelos, y afectando a 100.000 pasajeros durante cuatro días. un año después, el juez ha reducido a 50 los empleados inculpados, y AENA (nosotros todos) ha tenido que abonar 4,2 millones de euros en indemnizaciones a los perjudicados.
Tres ejemplos de como una ineficaz gestión de las relaciones humanas han llevado a graves problemas que han repercutido en la vida de miles de personas, y agredido ferozmente a nuestro patrimonio. Es hora de que volvamos a inventar un acuerdo social en torno al sentido común, la responsabilidad, el cumplimiento de lo pactado, el pacto de compromisos asumibles, etc. En resumen, aprendamos a actuar con más raciocinio, y menos olboroto.
Habrá que dar clases de relaciones humanas a los políticos Con examen obligatorio antes de asumir cualquier puesto de responsabilidad.
Textom original de LLuis Mesalles publicado en http://www.boletin-turistico.com/editoriales/edit445.htm
Comentario realizado por Jesús Centeno Algarín
ResponderEliminarMe parece un artículo muy interesante teniendo en cuenta que es del Estado (una gran “empresa”) de quien trata.
Un dicho popular que llevo escuchando desde que era pequeño es “en España uno trabajando y siete mirando”, y es que la fama que nos han dado en ciertos puntos tiene su verdad por mucho que nos duela y es que realmente son muchas las personas de nuestro país que se aprovechan de alguna u otra manera de nuestro sistema; muchas de las mujeres que están inscritas al PER cuidan niños o barren casas por la mañana, por lo que aparte de un sueldo mínimo cobran otro que no declaran, es obvio que hay muchos estudiantes que con padres médicos o arquitectos siguen pidiendo becas para pegarse unas buenas vacaciones de verano y así otros muchos casos. Sin embargo a pesar de lo poco aceptable que considero estas conductas, en ciertos momentos las veo lógicas ya que no vivimos en un mundo de rosas donde todos tenemos una casa y dinero con el que alimentar a nuestros hijos, sino en un mundo donde en un momento determinado te puedes quedar sin trabajo y sin casa debido a que no tienes para pagar la hipoteca, por lo que tendemos a ir pillando de donde podemos aunque incurramos en algún tipo de delito. El caso de los trabajadores del AVE, el forestal… son algunos de los muchos casos en los que las personas ven su modo de vida acechado y recurren a medidas desesperadas (que pueden llegar a ser catastróficas) para que no se alteren estas.
Con todo esto no quiero proteger a quien comete delitos graves para “salvar su culo” dentro del sistema, pero quiero hacer entender que la situación en la que vivimos actualmente quizás no sea la mejor para tener una gran moralidad ya que nos enseñan desde pequeños a ser mejor que tu amigo y que cualquier persona de la que te rodeas por lo que si desde que eres pequeño juegas a no respetar al que te rodea intentando ser “mejor” que él, cuando eres mayor las dimensiones se agrandan y los perjuicios que puedes provocar serán mayores, como en los casos comentados en la noticia.